No sería casual que se inaugurara con la luna llena, más brillante porque colgaba esa noche de un cielo cuajado en nubes, y a una hora poco convencional y del todo lunar: quince minutos antes de las diez. ‘Moonlife proyect‘, la exposición que se revelaba el viernes en el Liceo, se aleja con resolución de lo convencional. Refleja el ímpetu creativo de Óscar Yanel (Talavera, 1976) y una visión del arte que se cruza con todas las esquinas de lo cotidiano, para no instalarse en ninguna. En línea con los movimientos estéticos más comprometidos, la creación se presenta en un estado de evolución permanente, que se palpa con especial notoriedad en una parte de su obra. El arte se puede abordar cómo un canal para plantear preguntas o cómo un medio para encontrar respuestas; en este caso, la contemplación de ‘Moonlife proyect’ suscita inquietudes, trasladadas como interrogantes filosóficos del autor.
Luna y escultura de Óscar Yanel, en una fotografía de Rodrigo Macho
El montaje, original, aunque algo perdido en la nave central del Liceo, convierte los soportes en parte del material expositivo. Está presidido por una impactante luna, un cuadro de gran formato que merece por sí solo la visita. Montado sobre un andamio en el altar de la antigua iglesia de San Agustín, el cuadro, la composición que cae a sus pies y la escultura que se sitúa delante, evocadora de «El Principito» de Saint-Exupery, forman el núcleo desde el que se desencadena y explica la exposición. En la metáfora elegida por el propio artista, es la Sala Memoria:
El interior de las salas son el cuerpo y el individuo es la sangre que fluye por el recorrido expositivo recreando la acción lunar. En esta metáfora, el edificio se convierte en el interior del cuerpo y el visitante es la savia que recorre las cuatro salas temáticas: cuerpo, memoria, luna y corazón. (Del díptico de presentación de la exposición)
Al creador se le ve cómodo en la fotografía, hacia la que ha desenvuelto su vida profesional. El delicioso montaje audiovisual que se proyecta en la Sala Luna y la videoinstalación que lo acompaña, confirman su facilidad para esta rama de las técnicas artísticas. A la fotografía dedica la primera parte y la más amplia de la exposición, pero es en la pintura dónde encuentra su forma de expresión más singular. Se aprecia en la luna y en la Sala Corazón, un espacio íntimo que se ha situado en la planta superior del edificio y en el que ha reservado, quizás con pudor, los tesoros de «Moonlife proyect». En la pintura Óscar Yanel arriesga. Condición imprescindible para ganar o, tratándose de la luna, para brillar.
Moonlife proyect Exposición de Óscar Yanel Hasta el 26 de junio en el Liceo (Plaza de San Agustín, Talavera) En Talavera escasean las oportunidades de ver algo diferente. Esta exposición lo es. La inauguración convirtió el espacio en una Gran Vía, por la que resultaba fácil transitar, conversar y ser la savia que Óscar quería provocar. Como siempre que hay una imagen de calidad por este blog, tengo que agradecérselo a algún compañero. En este caso a Rodrigo Macho, fotógrafo de La Tribuna, que me ha prestado esta luna de Yanel. Me gusta ésta, pero de Rodrigo nunca me canso de los primeros planos. Sus retratos se convierten en una puerta de entrada al interior del personaje. En un género difícil, él tiene un don.
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